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“El Encuentro”

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Desde hace tiempo en mi mente revolotea aquel recuerdo vívido de esa tórrida
aventura en la que me vi envuelta así sin buscarlo simplemente sucedió aunque
suene cliché.

Hola mi nombre es Patricia Balcácer soy estudiante de música en la UNPHU, no soy del tipo de tener aventuras en fin solo he tenido una sola relación que no hace mucho terminó. 
Pues nada, era la tarde de un jueves si no me equivoco salía toda estresada de un examen con todo mi semblante contrariado me había ido pésimo, caminaba muy aprisa, todo lo que quería hacer era escapar, salir, no escuchar ni ver a nadie, de repente escuché una voz muy varonil vocear tras de mí: 
  • ¿Hey a dónde vas tan rápido?   
  • Perdón no quiero ver a nadie, no me siento bien. 
  • Vamos una cosita tan bonita como tu no puede estar así (yo no sé como ya lo tenía de frente y al decir eso me tomó la barbilla y me acarició el pelo) 
  • Encantado me llamo Armando González ¿estudias música verdad?
  • ¿Cómo sabes? 
  • Yo también estudio música soy de ultimo año, toco el violín ¿Y tu que tocas? 
  • Yo estudio voz, complementario en piano. 
  • Excelente ves como ya estás más calmada olvida ese examen, te invito a tomar algo así desahogamos las penas. 
Yo como una idiota solamente reí y asentí, yo que siempre vivo con mi guarda en alta, el logró derrumbar mis paredes y me puso a tontear como una colegiala, por Dios hasta sonrojada estaba con su hablar pausado esa voz tan profunda y de cómo se las ingeniaba para tocarme en el hombro o el pelo, y lo peor no me gustan ese tipo de avances a nadie se los permito y a este perfecto extraño si.
Llegamos a un bar lounge tocaba música techno-house más bien ambiental unas luces azules de neón era la única tenue iluminación del local al entrar ya al carajo se fue todo el drama del examen y demás, al entrar por la puerta me tomó de la mano algo en mí quiso zafarse pero no pude además de su perfume que me tenía embelesada, en serio WTF, me desconozco yo coqueta y así hasta lanzada OMG que van a decir mis amigas. 
Nos sentamos en una mesa un tanto alejada de las demás pegada al vitral de fuera que era one way out, la luz apenas llegaba hacia nosotros, algo de repente me empezó a resonar en la cabeza, me agité un poco como que de pronto me cayó el 20 ¿Qué hago aquí? ¿Por qué accedí a esto? ¿Cualquiera se  va? Y Armando como si leyera mis pensamientos me dijo: 
  • Vamos linda no te pongas nerviosa, sabes me hace mucho bien también relajarme he tenido una semana difícil y un asunto personal me tiene bastante contrariado.
Ahí por primera vez nuestras miradas se cruzaron, sus ojos tristones exudaban ternura, candidez y yo estaba simplemente embobada, me acarició las manos por momentos sostuve sus dedos tenía las manos bien cuidadas para ser hombre y Dios el real fucking perfume. 
Y a decir verdad Armando no era precisamente el estereotipo de hombre que está bueno pero si que sabe jugar sus cartas, todo un seductor; bueno el es alto mide algunos 6’0” creo, tiene el pelo rizado largo, fornido, unos ojos color miel apagados que le dan un aire del medio oriente. 
  • Vamos hablame de ti preciosa 
  • Bueno me llamo Patricia, soy egresada de Publicidad en APEC y estoy estudiando ahora música porque es mi verdadera pasión 
  • Ya sabía yo que no eres para nada como las bichas con las que estudias. 
  • ¡No seas malo oye! Le dije golpeándolo por el hombro y yo muerta de la risa (y sigo sorprendiéndome ahora en chivirica mode) 
Seguimos hablando amenamente como si nos conociéramos de toda la vida y de repente el tiempo voló y el mismo dijo: 
  • Es tarde, vamos a llevarte a tu casa. 
En el carro el no dejaba de mirarme directo a los ojos y yo estaba que no encontraba puesto ni sabía que hacer la verdad el tipo me tenia comiendo de su mano. 
Llegamos a mi edificio, me agarro el pelo por la nuca y me dijo: 
  • Preciosa espero verte pronto.
En un segundo trate de moverme y me besó, ese beso robado me  hizo temblar y yo que soy tan blanca me puse toda roja y con mis labios todavía húmedos me dijo: 
  • Que hermosa eres Patricia, eres tan pura…
Esa noche no pegue un ojo yo que literal tenía años sin besar a nadie más que a mi ex, una mezcla de culpa con incipiente placer me tenían toda turbada mi amiga Annelise notó mi cambio pero preferí no decirle como fue algo sin importancia hasta ese momento. 
Pasaron tres días en los que me mantuve mirando de reojo a ver  si lo veía en la universidad. 
Era la noche del viernes ya entrada las 9:00 de la noche, caminé un poco por el campus hacia el estacionamiento frente al área verde que da al avenida Los Próceres, de pronto cerré los ojos y respiré profundo, por la hora y el día casi no había nadie, solo se oía el leve soplar de la brisa nocturna. 
Así me quedé estática por quien sabe Dios que tiempo… de pronto sentí unos brazos que me tomaban por la cintura y me dijo: 
  • ¿Con qué así te relajas?     
 Era el y nadie más que Armando, sentí su nariz en mis pómulos y su barba de dos días rasparme, murmuraba cosas indescifrables.
En ese momento mi cerebro le ordenaba a mis brazos que se zafase de ese abrazo y me deje llevar embriagada en su perfume, ahora me envolvía por completo el vientre, con mis manos empecé a tocar su pelo. 
De pronto perdí todo el pudor  dándome la vuelta lo bese con una pasión e ímpetu como nunca había besado a nadie. Capturé una imagen de mi misma con el pintalabios corrido, la blusa entreabierta y el cabello revuelto, una y mil veces pensé en detenerme e irme pero mis fuerzas no pudieron con ese voraz deseo que vencía mi voluntad.        
  Sabe Dios si fue el rocío o una gota solitaria bajo de los cielos por mi nuca para amainar mi fuego y le dije: 
  • Vámonos creo que empezará a llover.
El deseo y toda esa agitación me nublaron la razón, sobre ese momento sólo se  que como zombi me deje llevar de la mano por el, una sola cosa colmaba mi mente y mis entrañas esas ansias locas de tenerlo y ya nada más me importaba. 
De pronto estaba apretujada en sus brazos apoyada en su vehículo y ya casi semi-desnuda titiritaba de frío y excitación, moví mis brazos queriendo zafarme y le dije: 
  • ¿Que estamos haciendo? Aquí no podemos…
En ese momento el con la camisa casi totalmente abierta me haló hacia su pecho de modo que podía sentir sus vellos rozar mi blusa y nuestro respirar acompasados, sintiendo como nuestros corazones se nos querían salir del pecho y el jugando a mirarme me acariciaba el rostro en un instante más bien tierno. 
En el preciso instante que entramos al asiento trasero del carro hincados unos frente al otro me despojo de la blusa, empezó a llover copiosamente nublando con agua la visión del cristal trasero del auto mientras nosotros estábamos a nuestras anchas navegando en una cápsula por otra dimensión. 
Me aferré a sus hombros sedienta de calor, mientras el temporal se vertía sobre nosotros haciendo repicar la capota del carro, me dio un beso que me robó el aliento, con agilidad y tolerable brusquedad me volteó y empezó a susurrarme cosas al oído que la lluvia ni los truenos no me dejaban entender. 
En un chasquido Armando me quitó el brasier al voltearme una ola de timidez y pudor se apoderó de mi, el al notar mi turbación me miro directo a los ojos, se acercó, me acarició la mejilla, percibí afecto en sus ojos mientras mis manos bajaban por su pecho. 
El me terminó de desnudar, se quito la ropa interior, la pobre iluminación no me permitían apreciar mucho pues hasta los postes en el parqueo estaban apagados.
Siguió lloviendo a raudales, el temporal junto a la falta de energía eléctrica orquestaron el escenario perfecto pues nadie a esas horas y condiciones iba estar pendiente de los vehículos.
Con nuestras pieles brillantes de sudor hacíamos el amor con una voracidad que hasta ese momento me era ajena, me sentía ligera y sin voluntad, yo como arcilla entre sus manos a cada segundo con cada latido fuese como si me destrozara y me volviera armar, recuerdo que temblaba como una chiquilla. 
Una lluvia copiosa inundaba al gran Santo Domingo mientras yo en el asiento trasero de un carro llevaba todo un océano dentro y sentía que Armando me hacía volar a un vórtice del cual no quería regresar.   
Tanto placer no me cabía en el cuerpo,  sino me retorcía, mis gemidos reventaban el automóvil, por momentos sus manos envolvían mi rostro brillante de sudor y yo en casi total oscuridad solo sentía las gotas de sudor que se escurrían por su frente al mismo tiempo que su mirada me daba esta sensación de afecto, de real intimidad. 
De pronto bajo la tempestad un relámpago pintó el cielo de blanco al tiempo que yo miraba en inverso por el cristal trasero del carro tras la vasta corriente de agua que bajaba, ya a punto de alcanzar la cúspide con mis piernas envueltas a su cintura ambos bañados en sudor hurgando en nuestras fuerzas entregados al ímpetu de aquellos movimientos frenéticos… y ya todo lo que recuerdo es como lancé un agudo gemido que me salió del alma, fue como si hubiera muerto y nacido otra vez en ese instante, me sentía ligera navegando por una galaxia lejana fue como si un relámpago me recorriera el cuerpo entero no supe de mí hasta que sentí mi barbilla apoyada en su hombro. 
Ávidos ambos de oxígeno nos dimos un profundo beso para recobrar fuerzas, aire; nos quedamos uno encima del otro medio dormidos por sabe Dios qué tiempo, nos vestimos entre sueños me llevo a mi casa todo lo que recuerdo del trayecto es sus manos aferradas a las mías y la imagen borrosa de las luces y las gotas de agua que se movían a través del cristal, llegue a mi casa y no supe de mí hasta el otro día que desperté después de la 1:00 pm 
Ahora viendo el hecho desde la distancia, no sé si en verdad lo viví o si todo fue parte de una fantasía de la que nunca me hubiese gustado despertar.
Quien iba a decir, que yo Patricia la que se guardó, la que espero por la persona indicada, iba a acabar teniendo un quickie en el aparcamiento de la universidad. 
Del tal Armando ni las luces volví a ver, los días siguientes me la pase algo nerviosa y con algo de miedo pero fue como si la tierra se le hubiese tragado, pregunté por el y nadie ni estudiantes ni profesores lo conocían. 
Sacando balance después de todo, Armando me hizo recorrer terrenos insospechados por mi, el me hizo sentir cosas que Luis en 6 años de relación  nunca logró. 
En estos días que vivimos tan rápido, que todo el mundo corre a veces sin saber tras que… donde solo mostramos de nosotros lo que queremos o lo que los demás esperan… me siento más que afortunada de haberme topado con el y de lo que sucedió. 
Con Armando simplemente fui una mujer en el sentido más primitivo y carnal. Cero caretas, cero poses.
El es ahora como los fantasmas que me acecha hasta en sueños cuando en mis noches febriles despierto exaltada. 
Estas son de las cosas que mejor callarlas, mejor hacer de cuenta que no pasaron, echar tierra en el recuerdo y no volverlo a mencionar… no sé porque te estoy diciendo esto…   
                 
                         

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